16 de abril de 2024

La SIC, con la camiseta puesta

La emoción que generó la participación de la selección Colombia de fútbol en los mundiales de Brasil y Rusia permitió que se escondiera la realidad de cómo opera el fútbol colombiano en su integridad. Esa pasión siempre está presente y ahora la atención del pueblo colombiano se centra en la remota posibilidad de clasificar a Catar, dejando en el olvido los escándalos que han ensuciado a nuestro fútbol y a sus dirigentes: la reventa de boletas, el vergonzoso espectáculo en el partido por el ascenso entre Llaneros y el Unión Magdalena y el pliego de cargos que abrió la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) por la cartelización de 16 clubes, veinte directivos y la Dimayor para restringir el acceso de los futbolistas al mercado de esta industria han sido los más visibles en el último tiempo.

De todas las profundas investigaciones que anunciaron las autoridades al calor del alboroto sólo quedó la sanción impuesta por la SIC a la Federación Colombiana de Fútbol, así como el proceso que esta autoridad continúa adelantando para que se corrijan esas conductas y prácticas abusivas en forma definitiva.

Como lo contó El Espectador el domingo pasado, la Dimayor y la mayoría de los clubes investigados ofrecieron garantías a la SIC para enmendar el llamado “pacto de caballeros” del fútbol colombiano en contra de los derechos de los deportistas, con la solicitud de que las aceptara y procediera a archivar la investigación. Una propuesta que, en caso de haber sido aceptada, impediría llegar al fondo del asunto y que la Asociación Colombiana de Futbolistas Profesionales (Acolfutpro) pudiera intervenir, en representación de los futbolistas afectados como terceros interesados en el proceso.Te puede interesar

A pesar de la férrea oposición de los denunciados, la SIC admitió a esta asociación, la cual, a través de su apoderado, se pronunció manifestando que los compromisos ofrecidos no eran procedentes porque se limitaban a dar cumplimiento a la ley y no aseguraban que las conductas investigadas cesaran o cambiaran de manera permanente. Además, nada se decía sobre otras irregularidades también denunciadas.

Independientemente de la decisión libre de presiones que adopte la SIC, lo que el país exige es que la dirigencia del fútbol colombiano modifique sus costumbres y prácticas mafiosas y que de una vez por todas se revisen los reglamentos y estatutos que regulan esta industria, para ajustarlos a la legislación vigente en Colombia. No es admisible que con el argumento de que es un negocio privado o con el deseo de todos porque la selección Colombia clasifique a un mundial, autoridades como el Ministerio del Trabajo y el Ministerio del Deporte no ejerzan la inspección y vigilancia como lo hacen con los demás sectores económicos.

Por ahora la SIC es la única autoridad del Estado que ha demostrado que tiene la camiseta puesta. Confiamos en que las determinaciones que adopte mejoren las condiciones de todos los que hacen parte de esta industria.

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