8 de diciembre de 2023

Feijóo Pronuncia un Discurso de Unidad en el Congreso ante un Panorama Político Polarizado en España

En la primera sesión de investidura, Alberto Núñez Feijóo compareció en el Congreso de los Diputados sabiendo que no tenía los 176 escaños necesarios para formar un gobierno y convertirse en su líder. En los primeros minutos de su discurso, se preguntó: «¿Por qué no quieren que estemos aquí?».

Esta sesión de investidura, según Feijóo, pone de manifiesto la diferencia entre un candidato que cumple su palabra con los electores y aquellos que anteponen sus intereses personales al bien común. Dirigió esta pregunta al presidente en funciones, Pedro Sánchez.

En el sistema parlamentario de España y bajo una monarquía constitucional, el candidato investido por el rey debe presentar su programa de gobierno ante el pleno del Congreso. Feijóo podría haber optado por no dar su discurso, pero eso habría sido contrario a sus principios democráticos, que implican el respeto a las instituciones por encima de las circunstancias políticas.

Feijóo, sin desviarse de su responsabilidad constitucional, pronunció un discurso pactista y conciliador que duró 1 hora y 43 minutos. Defendió las ideas y la Constitución, al tiempo que se opuso, por una cuestión de convicción, a lo que consideraba representaba Pedro Sánchez: una amenaza para el orden constitucional español, un declive económico y una creciente polarización política.

Durante su discurso, Feijóo recordó que en la historia de España, el partido más votado en las elecciones generales solía formar gobierno, independientemente de si tenía o no una mayoría absoluta. Argumentó que esta sesión de investidura contradecía esta tradición y recordaba a aquellos que habían renegado de los resultados electorales desde la misma noche de las elecciones.

Hizo referencia al año 1996, cuando el Partido Socialista (PSOE) apoyó a José María Aznar al abstenerse en su investidura. Feijóo consideró que esta era la ruta natural que debería haber tomado el PSOE después de las elecciones del 23 de julio, en las cuales el Partido Popular (PP), de tendencia conservadora, obtuvo más escaños pero no la mayoría necesaria para gobernar.

A diferencia de esta época de la transición, la política española actual se caracteriza por la incapacidad del PP y el PSOE para llegar a acuerdos mínimos, lo que los lleva a buscar alianzas con partidos de extrema izquierda y derecha, intensificando la polarización política. Feijóo, no obstante, parecía ser una excepción a esta tendencia. Durante los últimos meses, dialogó con Sánchez en un esfuerzo por revivir, aunque sin éxito, el espíritu de consenso que marcó la transición democrática de los años 80, cuando ambos partidos transformaron el país mediante acuerdos de Estado.

En su discurso, Feijóo instó a revivir el espíritu de la transición, argumentando que no se trataba de inventar algo nuevo, sino de retomar el método que había llevado a la mejor época de la historia de España. Hizo referencia a figuras políticas que representaron esa transición, como Miquel Roca o Jordi Solé Tura, y cómo sus esfuerzos permitieron una mayor prosperidad económica y social.

Sin embargo, la realidad política actual en España parece distanciarse de ese espíritu de consenso y pacto. El PP y el PSOE son incapaces de acordar, y recurren a alianzas con partidos extremos que exacerban la confrontación pública. Feijóo, a pesar de sus aspiraciones, se encuentra ahora en medio de una situación en la que su deseo de unir a España se enfrenta a un escenario político que favorece la polarización.

Además de sus aspiraciones, en su discurso Feijóo propuso la incorporación del delito de «deslealtad constitucional», que permitiría procesar en el futuro a un jefe de Gobierno que busque subvertir el orden constitucional. Esta propuesta aludía implícitamente a Pedro Sánchez y a la posible amnistía política para líderes independentistas catalanes, una cuestión divisiva en España. Sánchez había prometido amnistiar a Carles Puigdemont y otros líderes independentistas a cambio de su apoyo en el Congreso, una medida que el PP considera un ataque al Estado de Derecho, dado que los tribunales españoles habían condenado a estos líderes por malversación de fondos y sedición.

Lea también: Daniel Quintero habla de su futuro próximo